En los vinos, la mùsica, la literatura y cualquier otra cosa que nos guste o sigamos existen las categorìas. Algunas ya vienen impuestas por los cànones de cada mundo, otras las elaboramos nosotros. Creo que hay vinos que no merecen comentario, otros que no pasaràn a la historia, muchos buenos, unos cuantos muy buenos, unos pocos excelentes y cada tanto, muy cada tanto aparece uno que nos obliga a generar una nueva categorìa.
Para mì esa categorìa son los vinos que emocionan. Algunos tendràn en esa categorìa un sin fìn de etiquetas, yo tengo unas pocas, dos o tres tal vez, pero esta sin dudas es una de ellas. El Soleado Dulce Licor de Riesling 1997 de Los Cerros de San Juan se podrìa resumir como la razòn por la que soy Sommelier, pero en una botella. Antes de la cata, explicarè còmo se hizo este vino. Es un cosecha tardìa de uvas Riesling cuya crianza fue en barricas expuestas al sol, de allì su nombre.
En la copa se presentò con un color cobrizo brillante con ribetes de oro viejo y una densidad muy marcada. En nariz los aromas eran interminables y aparecìan màs a cada minuto. Comenzando con frutos secos tostados como la avellana y la nuez, junto con pasas de uva rubia, frutas blancas pasas, flores blancas muy intensas, miel, caramelo, pan tostado, frutos cìtricos confitados, azùcar y vainilla.
En boca convenciò incluso a los detractores de los vinos dulces presentes en la cata, ya que su ataque dulce era inmediatamente contrastado con una buena acidez. De cuerpo amplio, palpable, con sabor a miel y frutos secos, junto con manteca y azùcar. De final muy prolongado dejaba un retrogusto que me recordò a las torrejas, un sabor a pan tostado y caramelo.
Alguno pensarà que exagero y tal vez asì sea, pero es de esos vinos, discos o libros que cuando uno los prueba, escucha o lee no puede parar de sonreìr al disfrutarlo, recordarlo o incluso al momento de hablar de ellos.
Como nada es perfecto en la vida, de esta maravilla quedan muy pocas botellas. La bodega tendrà guardada alguna tal vez, pero es realmente titànico verla aùn en alguna gòndola. Me llevè la ùltima de Las Croabas, bastiòn a la hora de encontrar tesoros como este. Si alguien es tan afortunado como para encontrar una botella por ahì, que no lo dude. Comprela y prepàrese para una experiencia sensorial absolutamente abrumadora.
Gracias Stephanìa Rezk por la foto de este vino y otros que irè publicando durante la semana.