En la noche de la nostalgia, elegì un vino que me generara eso. Muchos toman directamente la nostalgia como algo malo o triste, pero no es necesariamente asì, podemos tener nostalgia de un lindo momento por lo que significò para nosotros. En mi caso este es sin dudas el vino que màs nostalgias me genera.
Ya el año pasado hablè de este mismo vino diciendo que habìa sido el ejemplar que elegì para regalarle a mi hermano y mi cuñada cuando llegò al mundo Joaquìn, ahijado y luz. Tambièn pertenece a la bodega que me abriò las primeras puertas en este rubro tan hermoso. Es de los primeros vinos que me deslumbrò. De los primeros que tomè con quien hoy comparto mi vida y ahora se suma que es el que estoy tomando mientras armo las valijas para una nueva etapa que me emociona sobremanera.
Este vino, como su nombre lo indica, fue creado para celebrar los 150 años de Los Cerros de San Juan. Mitad Cabernet Sauvignon y mitad Tannat, fue cosechado en 1997, criado dos años en roble francès y luego estibado en botella dentro de la cava de piedra de la bodega, para salir al mercado en el 2014. En medio de todo eso, en mayo de 2003 se reencorchò, lo cual se nota, ya que el corcho (natural por supuesto) està en excelentes condiciones y sale sin mayores dificultades.
Por supuesto que para disfrutar de este vino debemos decantarlo un largo rato, yo lo dejè casi dos horas antes de tomarlo para que expresara lo que tenìa para contar luego de tanto tiempo, y vaya si lo hizo. El color no representa su edad, mostrando por supuesto evoluciòn, pero no la que uno esperarìa de un vino de 19 años. De color rojo mezclado con caoba, llama la atenciòn la viveza de sus ribetes, rojo vivo, vibrante y desafiante.
En aroma presenta tanta variedad que es difìcil no parecer exagerado. Ciruelas pasas y membrillo intenso, junto a toques de hojas secas, tierra, cafè y cacao. Hay un dejo de cuero, tabaco y tè negro. Por ùltimo (hay mucho màs, pero los invito a descubrirlo), aparece una vainilla vieja, algo apagada, con nostalgia de una època de mayor protagonismo en la mezcla.
En boca es tal vez donde màs notamos su evoluciòn, aunque aùn mantiene rasgos que muestran claramente la grandeza con la que llegò al mercado. De ataque seco y sabor terroso, buena acidez y final medio, medio largo. El retrogusto recuerda al tabaco, las compota de ciruelas y un leve eucaliptado. Sorprende su tanicidad presente, orgullosa de una gloria que se niega a ser olvidada.
En resumen, probablemente la cata menos objetiva que he hecho, ya que es un vino que ademàs de gustarme mucho, ha sido partìcipe de grandes momentos de mi vida. Quedan pocas botellas rondando la ciudad, pero vale la pena tratar de conseguirlas, a sabiendas que si no estuvo bien guardado, tal vez todo el poder de su estirpe no le alcance para llegar al dìa de hoy en condiciones.
Ah, mientras escribìa se siguiò expresando con aromas balsàmicos, hierbas aromàticas y eucalipto.
No necesitan ser expertos para disfrutarlos, pero sì dedicarle un poco màs de atenciòn que lo normal. Es como cuando alguien muy mayor parece que no tiene mucho para decir, pero si uno lo escucha con atenciòn, surge de sus entrañas una voz cautivante que tiene mucho para contarnos y para enseñarnos.