“… Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra.” decìa Carlos Gardel allà a mediados de la dècada del 30. Veinte años ya pasaron de que Los Cerros de San Juan embotellò este Cabernet Sauvignon y para èl, fueron significativas estas dos dècadas en su evoluciòn.
Esa ùltima palabra es importante a la hora de enfrentar a este vino. El èl hallaràn muchas notas y tonos propios de una larga evoluciòn. En mi opiniòn el vino aùn està vivo, aunque recomiendo a aquellos que tengan guardada una botella o decidan conseguirla en la bodega, que no esperen mucho màs de dos o tres años para abrirla.
Hay vinos que hay que mimarlos, y este es uno de ellos. Dèjelo en posiciòn vertical varias horas (lo ideal es un dìa entero) antes de abrirlo, esto ayudarà a precipitar los sedimentos. Abralo sin sacudirlo demasiado (el corcho està en perfectas condiciones) y decàntelo con suavidad, vigilando que los sedimentos queden en la botella. Luego converse con las personas con las que lo vaya a disfrutar sobre lo que estaba haciendo hace 20 años.
No piense que hay que ser un experto para disfrutar de este (o cualquier) vino ni mucho menos. Ahora bien, si està recièn iniciando el camino del conocimiento en esta màgica bebida, le recomiendo esperar un poco.
Tomar vino es como leer, no hay que ser doctor en literatura para disfrutar de Borges, pero si nunca leemos y es el primer libro que tomamos para comenzar, seguramente nos resulte algo difìcil de seguir.
No es casualidad que estè escribiendo tanto antes de comenzar la cata, este vino requiere paciencia, y la paciencia se ejercita.
Al servirlo en la copa el Cabernet Sauvignon 1996 de Los Cerros no teme en mostrar orgullosamente su edad, con un color rojo algo oxidado, tirando a un caoba, con ribetes que van hacia el ladrillo.
Es en nariz el destaque de este vino. Aquellos que busquen la tipicidad del Cabernet Sauvignon no la hallaràn aquì, hace rato que no està. Pero sì hallaràn un gran vino con profundos aromas a pasas, caramelo, cuero, tonos balsàmicos, hierbas aromàticas y eucaliptos. Cuanto màs tiempo pase el vino en el decanter màs aromas afloraràn, sumàndose tè negro, tabaco, higos pasa, madera vieja (como los muebles de una abuela).
En boca se presenta sutilmente al principio, pero luego invade con sabores a ciruelas pasas, bàlsamo y mentol. Aùn conserva una interesante acidez y los taninos se muestran tìmidamente pero dando muestras de la grandeza de otrora. El final es medio y en el retrogusto predominan el cuero, el caramelo y tonos terrosos.
Un vino para tomar ahora o en los pròximos dos o tres años, acompañando una bondiola al horno con papines al romero, o una tabla de queso. Pero màs allà del acompañamiento gastronòmico, lo ideal es disfrutar de este tipo de vinos con una compañìa que enaltezca la experiencia. En mi caso lo disfrutè con amigos que conozco desde antes que este vino estuviera en el mercado. Alguno dirà que precisa una ocasiòn especial. El abrirlo con gente querida es ocasiòn suficiente.
En cuanto al precio, se consigue en la bodega en el entorno de los $ 600.